Se desarrolló una propuesta en conjunto con la oficina de Arquitectura del proyecto, MAPA. El desafío era habitar un ambiente hostil como es el desierto. El proyecto crea una especie de capa dentro de la cual se ubican los programas y el jardín. Las especies son de muy bajo requerimiento hídrico y además se desarrolla un sistema para «plantarlas» a modo de maceteros. De esta manera el proyecto que no es permanente puede levantarse del lugar llevándose las especies que se habrán establecido en el tiempo para ser instaladas en un nuevo lugar.
Para insertar el proyecto en el paisaje, y buscando una forma para que el habitar se apropie del territorio, se proponen circuitos que recorren distancias para circuitos deportivos de manera que permiten al usuario tener una medida del territorio enorme e inabarcable que es el desierto, a su vez deja una marca en el territorio que tiene un valor estético porque da cuenta de como el hombre también puede habitar estos aridos paisajes.
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